Hoy en día hablar de la felicidad de los colaboradores es algo vital y hace total sentido, sin embargo, no siempre fue algo tan obvio. Para los llamados baby boomers e incluso los primeros de la generación x, era muy natural permanecer por muchos años en un puesto de trabajo, sin ni siquiera cuestionar si el trabajo realizado les producía felicidad. En ese entonces, se medía productividad más no satisfacción laboral. Con el paso del tiempo y las nuevas generaciones, esto ha venido a cambiar drásticamente y ahora tenemos una cultura de rotación mucho más alta, con millennials renunciando a diestra y siniestra, o por lo menos es la fama que se han ganado, merecidamente o no.
Con las nuevas exigencias de la fuerza laboral, los líderes debemos entender cuáles son esos motivadores que logran “engancharlos” para ganarnos su compromiso y efímera lealtad. Lograr este objetivo es todo un reto, requiere de un análisis profundo, sobre muchos aspectos que inciden en el ciclo de vida laboral, aquí unos ejemplos:
- Estrategia de atracción de talento, pregunta clave: ¿qué me diferencia de los demás para que ser atractivo e incluso ser considerado como la mejor opción?
- Retención del nuevo talento, pregunta clave: ¿cómo logro mantener el interés y compromiso durante el primer año?
- Crecimiento y desarrollo: pregunta clave: ¿estoy abriendo rutas de crecimiento atractivas y trabajando planes de desarrollo focalizados?
Iniciativas como las anteriores deben estar acompañadas de una escucha constante que nos permita medir el “índice de felicidad”. Al respecto, debo recalcar que ya no debemos conformarnos con la tradicional encuesta anual de clima laboral. Esta práctica lleva un enfoque demasiado reactivo, lento y muy poco efectivo. En su lugar, debemos abrir canales para escuchar constantemente a nuestros colaboradores, en diferentes momentos clave del ciclo de vida laboral, que nos permita medir el “índice de felicidad” e ir haciendo los ajustes necesarios de forma proactiva.
Es importante velar por la felicidad de los colaboradores por dos razones esenciales:
- para asegurar el éxito del negocio, ya que las personas felices son más productivas y
- por responsabilidad social, en el sentido que colaboradores felices, hacen personas felices y personas felices hacen ciudadanos felices. Si seguimos la cadena de repercusión, podemos llegar a decir que la responsabilidad social es el impacto que podemos tener en la sociedad, para hacer los cambios que requerimos para ser mejores.